7/02/2010

Inercia

Consagró su destino a pintar acantilados, a escribir sobre piedras sus versos, a tratar de acabar con los muros, a crecer con el tiempo. Montó sobre una máquina de tinta y de papel y trató de darle un nombre propio a cada ser humano.
Pasó el tiempo y el hombre maduró, dejó de ser un niño y trató de cantar una sola canción; una canción de amor, que contara la historia del mundo, o quizás de su vida o su muerte, pero nunca encontró las palabras correctas y su voz naufragó.
Consagró su destino a una búsqueda. Regresó del infierno –nunca debió pasar por esa puerta-, y al regreso, sus manos, acariciaron una estrella fugaz (mientras escribo esto me pregunto cuánta tristeza se puede llegar a acumular en cada ser humano).
Había un nombre escrito en un papel y había un gran descubrimiento. Había una gran lucha. Era un hombre feliz y estaba en este mundo. Las cosas se crecían. Luego pasó una nube, se acabaron los sueños. Alguien alimentaba incendios en una habitación. La muerte lo llenaba todo. Aquel lugar se hundió en el desconcierto. El árbol se secó. Las mujeres huyeron, los niños se marcharon. La cera de los púlpitos no ardía. La sangre de los muertos se secaba. ¿Adónde íbamos todos? Aquello era algo serio; según pasaba el tiempo la cosa empeoraba. Los hombres, las mujeres, perdieron los recuerdos. Los niños y las bestias pasaron un mal trago… Todos dejaron de jugar por las mañanas. Llovieron caracolas, tortugas, horizontes, y nadie se inmutó ni dijo nada. Murieron muchos. Les pesaban la sangre y las palabras. No supieron ganar esa batalla.
El hombre no supo qué escribir desde ese día. Nadie se merecía aquello. La inercia de la vida los mató. Los que le conocieron nunca dijeron nada, nunca se revelaron. Murieron en silencio, murieron sin saber, murieron como perros, todos domesticados.

12/10/2009

Walt Whitman - Hojas de Hierba

He dicho que el alma no vale más que el cuerpo
y he dicho que el cuerpo no vale más que el alma,
y que nada, ni Dios, es más grande que uno mismo,
y quien camina una legua sin amor, camina a su propio entierro
envuelto en su sudario,
y tú, o yo, que no tenemos ni un céntimo, podemos comprar lo más
preciado de la tierra,
y el destello de unos ojos, o el guisante en su vaina, confunden a la
sabiduría de todas las épocas,
y no hay oficio ni ocupación en los cuales el joven que los sigue no
pueda ser un héroe,
y no hay objeto tan blando que no pueda ser el eje de las ruedas del
universo,
y digo a cualquier hombre o mujer: deja que tu alma permanezca
fría y serena ante los universos.

5/27/2009

Las estaciones - Hoja marchita - - Hermann Hesse -

Toda flor quiere su fruto,
toda mañana, crepúsculo.
No hay nada eterno en la tierra,
salvo la transformación, la huída.

Hasta el verano más radiante
se marchitará un día y será otoño.
Quieta, hoja, ten paciencia
cuando venga a llevarte el viento.

Sigue jugando, no te defiendas.
Calma, deja que las cosas pasen,
deja que el viento, el que te quiebra,
sople y te lleve a casa.

José Ángel Valente - fragmento -

...La primera caída de la nieve
y el silencio tenaz de la naturaleza
en el amanecer.

Me esfuerzo en descifrar un pájaro.

Pato de Invierno - José Ángel Valente -

Por encima del agua helada
el patito se resbalaba.
Por encima del agua dura,
el patito de la laguna.
Por encima del agua fría,
el patito silba que silba.
Silba que silba se resbalaba
y en vez de llorar silbaba.

9/10/2008

Ray Bradbury - Fahrenheit 451

─Cuando muere, todo el mundo debe dejar algo detrás, decía mi abuelo. Un hijo, un libro, un cuadro, una pared levantada o un par de zapatos. O un jardín plantado. Algo que tu mano tocará de un modo especial, de modo que tu alma tenga algún sitio a donde ir cuando tú mueras, y cuando la gente mire ese árbol, o esa flor, que tú plantaste, tú estarás allí. “No importa lo que hagas ─decía─, en tanto que cambies algo respecto a como era antes de tocarlo, convirtiéndolo en algo que sea como tú después de que separes de ellos tus manos. La diferencia entre el hombre que se limita a cortar el césped y el auténtico jardinero está en el tacto. El cortador de césped igual podría no haber estado allí, el jardinero estará allí para siempre.

8/05/2008

Canto a mí mismo, 46. -Walt Withman-

...Viajo eternamente,

Mis señas son un capote de invierno, zapatos recios y un báculo cortado en el bosque,

Ningún amigo mío se sentará en mi silla a descansar
no tengo cátedra, ni iglesia, ni filosofía,
No llevo a ningún hombre a la mesa puesta, ni a la biblioteca, ni a la bolsa
Pero a vosotros, hombres y mujeres, os llevo a la cumbre,
Con mi brazo izquierdo os rodeo la cintura,
Con mi mano derecha os señalo los paisajes y el camino real.

Ni yo, ni nadie, pueden recorrer ese camino por tí,
Tú mismo tienes que recorrerlo.

No queda lejos, es fácil llegar a él,
Acaso has estado recorriéndolo, desde que naciste, sin saberlo,
Acaso está en todas partes, en la tierra y en el mar.

Échate tus trapos al hombro, hijo mío, yo tomaré los míos y pongámonos en camino sin demora,
Maravillosas ciudades y naciones libres encontraremos a nuestro paso.

Si te cansas, me darás las dos cargas y apoyarás tu mano en mi cadera,
Y, cuando yo te lo pida, me recompensarás con el mismo servicio,
Pues, habiéndonos puesto en marcha, ya no podremos descansar.

Esta mañana, antes del amanecer, subí a una colina acontemplar el firmamento poblado de estrellas,
Y le dije a mi alma: Cuando poseamos aquellos mundos y el placer y la sabiduría de todo cuanto hay en ellos, ¿estaremos por fin llenos y satisfechos?
Y mi alma dijo: No, no habremos hecho otra cosa que alcanzar esos mundos para ir más allá.

También tú me haces preguntas y yo te escucho,
Y te digo que no puedo contestarte, y que la respuesta has de encontrarla por ti mismo.

Siéntate un momento, hijo mío,
Aquí tienes pan para comer y leche para beber,
Más tan pronto como hayas dormido y te hayas puesto ropa fresca, te daré u nbeso de adiós y te abriré la puerta para que salgas.

6/24/2008

No te detengas -Walt Whitman

NO TE DETENGAS
.
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tú puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas ...

2/11/2008

Manuscrito

Camina plácidamente entre el ruido y la prisa, y recuerda la paz que se puede encontrar en el silencio. Vive en buenas relaciones con todas las personas, todo lo que puedas, sin rendirte.
Di tu verdad tranquila y claramente; escucha a los demás; incluso al aburrido y al ignorante; ellos también tienen su propia historia.
Evita a las personas ruidosas y agresivas, sin vejaciones al espíritu. Si te comparas con otros, te volverás vano y amargado; porque siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú.
Disfruta de tus logros así como de tus planes. Mantén el interés por tu propia carrera, por humilde que sea; es una verdadera fortuna en las cambiantes vicisitudes de los tiempos. Sé cauto en tus negocios; porque el mundo está lleno de engaños. Pero no por eso te ciegues a la virtud que, sin duda, existe; mucha gente lucha por altos ideales; y, en todas partes, la vida está llena de heroísmo.
Sé tú mismo. Especialmente no finjas afectos. Tampoco seas cínico en el amor; porque, frente a toda aridez y desencanto, el amor es perenne como la hierba. Recoge mansamente el consejo de los años, renunciando con donaire a las cosas de la juventud. Nutre la fuerza de tu espíritu para que te proteja en las desgracias repentinas, pero no te angusties con fantasías. Muchos temores nacen de la fatiga y de la soledad. Junto con una sana disciplina, sé amable contigo mismo. Tú eres una criatura del universo, no menos que los árboles y las estrellas; tú tienes derecho a estar aquí. Y te resulte evidente o no, sin duda el universo se desenvuelve como debiera.
Por lo tanto, mantente en paz con Dios, de cualquier modo que lo concibas. Y, cualesquiera que sean tus trabajos y aspiraciones, mantén, en la ruidosa confusión, paz con tu alma. Con todas sus farsas, trabajos y sueños rotos, éste sigue siendo un mundo hermoso. Ten cuidado. Esfuérzate en ser feliz.

(Manuscrito anónimo encontrado en la vieja iglesia de Saint Paul, Baltimore, 1693)