6/26/2006

Ronda de Noche -Ana Becciu-

En su libro titulado "Ronda de noche", Ana Becciu nos dice:

"El amor se produce cuando se acaricia una textura, cuando con las manos, o con la boca, se relata. La boca acaricia con relatos, provoca texturas aquí y allá. Y en las texturas se puede leer. Pero casi nadie sabe leer.

...Hay algo en los ojos de la amada que está quieto, detenido, a la espera. De esta espera se desprende un brillo, un resplandor que no deja ver bien. Cuando la amada abre los ojos, los ahueca, como quien con la mano recoge el agua de una fuente, y retiene en ellos la mirada que protege a todo su pasado. Quien la ama sabe que de esa región estará siempre ausente. Que no ha sido invitado, ni lo será.
De ese espacio es, precisamente, de lo que se ha enamorado".

6/19/2006

El Orco -dos - Desaprender (fragmento)

...Siempre este sabor a tierra en cada cosa. Un aire seco impregna los objetos cubriéndolos de polvo, de soledad, de muerte. En torno a mí sólo el silencio. Aquí no queda nada ya. Estériles fragmentos de vidas acabadas. Esta es la realidad macabra de las personas, de las cosas, de todo lo que nunca tuvo un gesto amable, de este terrible mundo de horribles insignificancias.
Ahora, llegan a mí recuerdos. Golpean como balas mi cabeza y, casi al instante, mi cerebro se impregna con el olor a agua, a soledad, a frío, a amargura. De vez en cuando paro y miro alrededor, y ahí esta esa nada inmensa que todo lo contiene. Es la increíble fragilidad del mundo de las cosas, de lo que existe provisionalmente, de todo lo que va camino de su destrucción. Trago saliva y muerte mientras recuerdo tu cuerpo nadando en aquel mar profundo ahora inexistente.
Un fuego crepita entre nosotros; tu rostro iluminado por las llamas. Enfrente, muy abajo, la noche, el universo, y aquel instante que contenía todas mis estrellas. La enredadera terrible del mundo sube por nuestro acantilado pero aún nos queda algo de tiempo. Una inconsciencia sensual palpita en tus ojos marrones, casi negros, que se cierran despacio. Hay una tempestad que ruge aún en aquellas viejas batallas olvidadas, junto a cadáveres caídos entre olas de plata y pájaros de sal. Esta noche, quisiera enhebrar tu vida entre la mía, de nuevo, para siempre, pero conozco y sé, te juro que lo sé, que no tiene sentido intentar nada que quiera ser real, eterno, imaginable. Me ha costado mil noches llegar hasta tu corazón, entender tu sabor, tu razón y tu cuerpo, pero ahora todo eso carece de importancia, no tiene ya sentido, porque mientras jugábamos a estar enamorados, un inmenso desierto vacío se ha tragado la escena, el mar, la noche y las estrellas. Esta mañana hay un sabor a derrota en los sueños. Esta mañana, de nuevo, igual que cada día, no hay un sólo lugar en el que refugiarse.

6/13/2006

El Orco - cinco

Un hombre llegó al monasterio de Luang Ying y se entrevistó con el Abad. Le preguntó:
-Reverendo Padre, ¿quién es el monje más sabio de este lugar?
-Ese de allí -le respondió el Abad, señalando al jardinero.
-Y si es el hombre más sabio ¿porqué ejerce de jardinero? -preguntó el hombre.
-Por eso -respondió el Abad-, porque es muy sabio.