6/26/2007

El Orco -Sin título-

No pienso
No existo
No siento
Ya soy casi humano.

6/20/2007

El Orco -Sin título-

Horribles, los espejos, inertes, agotados
soy la estación desierta
de cualquier madrugada
desordenada mi mente
he consumido
esporas en el viento
sangre, risas y versos
calculados cadáveres que no sirven a nada
reversos de la vida
silencios de palabras
¿quién quiere todo esto?
¿a qué sirve la nada?

6/14/2007

El Orco -Pájaros negros-

Al principio su mundo tenía sentido: la nada lo llenaba todo y aquello era lo único que habitaba en lo más profundo de su ser. Luego vinieron las dudas; aparecieron una mañana gris, llovía un poco. Llegaron caminando sobre sus patas pequeñas, esquivando los charcos con cuidado, y se pararon frente al muro de piedra de la puerta. Su corazón dio un grito. Eran como pájaros negros. Ella los conocía, ya los había visto en una de sus viejas pesadillas.
Luego creció y algún tiempo más tarde, cuando dejó de verlos, aprendió lo que eran algunos sentimientos: el juego del amor, el color de la sangre, el fuego de la primavera, el frío de la muerte. Miraba al cielo y esperaba al otro, acariciaba los cuerpos de los caracoles y en los días de lluvia rasgaba su vestido azul y se tumbaba sola, sobre la hierba mojada. Así pasaba el tiempo.
Un día recuperó su vida y de su corazón surgió, vestido con la luz de aquella primavera, algo nuevo y perfecto. Era genial verla jugar con aquel sentimiento. Aquella vez yo tuve mi primera visión del paraíso. Pasamos unos meses en el valle. Recuerdo esas montañas y cómo nos besábamos entre nubes de nieve y regueros de agua. Luego vino el invierno y perdió su forma el tiempo. Las cosas se escondían. Ella lloraba cada tarde la pena de los días. Yo no sabía bien qué hacer, su piel perdió la luz y en su mirada la vida se le fue apagando. Se marchó un día de enero; era por la mañana, todo estaba lleno de escarcha y niebla; los pájaros habían regresado y ella se fue con ellos.

6/12/2007

El Orco -Algunas veces-

Esta mañana he perdido pie
El suelo ha desaparecido
Y hasta la muerte tenía la mirada ausente
Como si no supiera bien adonde dirigirse.



Algunas veces me despierto sangrando por los ojos
Tal es el dolor que me produce el sueño de estar despierto.
Algunas madrugadas antes de amanecer ya luce el sol
El sol sin luz de la desesperanza
un nuevo día para una nueva pérdida
Y todo está tan mal que hasta la más negra derrota
Supondría un descanso
Por eso miro con envidia e esos mendigos
Que duermen bajo el sol en algún banco
Ellos no tienen que luchar
Ellos, al fin, han encontrado su sitio,
su lugar en el mundo.


En un mundo hueco
Abrasado por la desolación
Mis papeles revolotean exhaustos
Así, yo espero inútilmente,
Entre el polvo y el humo
el dolor y la sangre
el momento final en que mis versos encuentren su justificación.

6/06/2007

El Orco - Belén -

Conocí a Belén hace bastantes años, cuando mi amigo Igor y yo éramos poetas. Una tarde fuimos a Fuenlabrada; habíamos quedado con un chaval que tenía un programa de radio por la noche y nos había invitado a recitar nuestras poesías. Llegamos temprano a la cita y estábamos bebiendo en la barra del bar del centro de la juventud cuando conocimos a un par de chicas. La verdad es que ya no recuerdo cómo o porqué las conocimos pero lo que sí sé es que charlamos de escribir, les recitamos poesías y todas esas cosas que hacíamos por aquel entonces. De un modo singular se había creado una extraña armonía entre nosotros.
El chaval de la radio apareció por fin y las chicas se vinieron con nosotros. Fuimos dando un paseo hasta la emisora. Recuerdo que había un partido de fútbol importante, de esos que paralizan el país, y que las calles estaban desiertas. Ya en la emisora leímos nuestras poesías. Se fundió la luz o algo parecido y acabamos leyendo a la luz de una pequeña televisión sin sonido. Las chicas también leyeron e hicimos ese programa de radio como si no hubiera nadie escuchando al otro lado de los micrófonos, cosa que probablemente era verdad. Creo recordar que terminamos sentados en el tejado del edificio charlando de muchas cosas pero ya no estoy muy seguro. De lo que sí estoy seguro es de que aquella noche sucedió algo especial. Fue una de esas noches en las que de pronto te das cuenta que has hecho algo que recordarás con el paso del tiempo. Belén estaba llena de energía. Era una de esas personas a las que la naturaleza ha bendecido con un don especial. Rebosaba de vida por cada poro de su piel.
Después de eso la volví a ver un par de veces más. Era una chica de barrio. Sencilla, alegre, brillante y joven. Era de esa clase de personas que iluminan el mundo. Una noche que volvimos a vernos me entregó una hoja de papel y me dijo: “te he escrito una poesía”. Desde entonces ya nunca la he vuelto a ver pero aún conservo su poesía. Decía:

Vienes, como hecho de momentos chiquitos…
Vuelves Ángel el rostro de los odios
para entregárselos a los Dioses…

Sí, quizá dioses endiablados
o demonios endiosados…
¿O quien demonios sabe?

Pero eres un poeta entre Las Voces
un vagabundo entre las razas
un pescador cuyo anzuelo quedose
atrapado en el cielo…

Pero eres un hombre cuyo corazón
no pasa por el aro, ni de
lo común ni de lo raro, tu
libre corazón no pasa por
el aro, te mantienes
Poeta en plenilunio.