4/24/2006

El Orco pregunta...

¿Tú crees en el destino?

(Por favor, abstenerse estupendos).

El Orco cuatro - Varios 2

Nada es lo que parece
excepto lo que parece ser.
*
Todo es vacío
por eso, lleno de sí mismo,
se infla de orgullo el ignorante.
*
Perfección, belleza, sabiduría, sufrimiento,
en boca del mal poeta son palabras vacías
mas cuando las pronuncia el sabio
desata tempestades.
*
Café con leche
sabiduría con pan y mantequilla
estoy cansado del mismo desayuno.
*
¿Experiencia?
la muerte si que es una experiencia.
*
Tengo una vida muerta entre mis brazos
no sé donde ponerla.

El Orco cuatro - Varios 1

Sólo hay una cosa verdadera: la certeza cruel de que que hoy no es viernes.
*
No hay nada más lleno
que el inmenso vacío que existe entre tú y yo.
*
Las nubes y los pájaros recorren los caminos del cielo
mas no por eso están ellos mas cerca
de la sabiduría.
*
Si te traspasa la vida
no cedas
Si te acorrala la muerte
no cedas
Si es el amor el que llama a tu puerta
mejor échate a un lado.
*
La verdadera amistad es perfecta en sí misma
no conoce la muerte
sabe esperar
tiene todo el tiempo del mundo por delante.
*
La verdadera pasión no sabe de acuerdos
con ella no se puede negociar
ni seguir su paso cuando decide marcharse.

El Orco tres - Amanece

Amanece,
sobre los campos de batalla
sobre los campos de refugiados
sobre los campos de minas
sobre los camposantos
sobre todos los campos del mundo
Amanece.

4/15/2006

El Orco dos - Desaprender -

Collado sobre el valle de Leh, camino de Ladakh, entre el Tíbet y China, a 4200 metros.

Desde el cielo al infierno, en un solo paso, atravesé el collado de la luz y de las sombras. El paisaje tenía ese color tan gris de los días de invierno o de las almas de la gente corriente. Mi corazón buscaba en esa altura una respuesta. allí permanecí durante un tiempo mientras la lluvia hacía crecer el musgo en mi cabeza. El viento traía a mí algunas respuestas, pero era de la terrible soledad de aquel lugar de la que aprendí la gran lección suprema. El silencio atravesó mi corazón hasta hacerlo de piedra y cada noche pájaros negros picoteaban furiosos las cuencas vacías de mis ojos. Quise ir más lejos, pero mis pies sabían que ya no había un más allá hacia donde ellos pudieran dirigirme, y en mi delirio, algunas veces, quise creer que era un santo o un borracho adicto a las estrellas, pero la luz violeta de cada amanecer me devolvía a la cruenta realidad y nada había cambiado. Con el paso del tiempo comprendí que mi cuerpo marchito era un pequeño templo, frágil como una flor y efímero como un rayo de luna, algo tan prescindible como vivir o respirar y así mi espíritu creció hasta formar parte de ese paisaje de rocas desnudas, de niebla y viento.
Llegó el invierno y la nieve cubrió todo el paisaje. Un pequeño ratón surgió de un agujero. Le vi crecer y morir en un instante. Su cuerpo yacía sobre la tierra y de la misma tierra llegaron los gusanos que vivieron de él durante un breve espacio, pero ellos también perecían, y eran pasto de la misma tierra de la que habían surgido. De todo aquello que latía alrededor aprendí nuevas cosas, y me fui retirando muy dentro de mí buscando una respuesta. Mi espíritu era cada vez más fuerte y todo lo demás era sólo materia, pequeño hogar de seres transitorios que iban camino de algún lado. Todos los seres y las cosas del mundo atravesaban aquel collado perdido en las montañas en un eterno ciclo que se repetía siempre. Todo a mi alrededor se transformaba en un gigantesco torbellino de muerte y renacer constante. Las formas de la tierra y del cielo cambiaban en una gran transformación sin fin cuyo objetivo último se me escapaba.
Un día me pude contemplar, al fin, y yo ya no era aquel que un día conocí. Ya no supe reconocerme en ese nuevo estado y perdí la razón, la vida, el alma. Ahora era sencillo habitar en el mundo pues yo era el propio mundo. Me bebí las estrellas, el viento, la nieve, las rocas que cubrían mi collado. Vi la muerte, la luz, el nacimiento. Mi espíritu se transformó en la esencia del mundo. Los cielos y la tierra eran mis manos y el universo entero era mi casa. Pasó algún tiempo y luego, un día, bajé de aquel collado, tranquilo al fin, pero sabiendo que en el fondo, después de tanto esfuerzo, nada, absolutamente nada, había cambiado.

Mujer-ciudad, dime, ¿como eres tu?

Italo Calvino le da a cada ciudad el nombre de una mujer: Diomira, Dorotea, Adelma, Isadora... Hay muchos tipos diferentes de ciudades: hay ciudades imaginarias, fuera del espacio y el tiempo. Ciudades tristes, ciudades alegres, ciudades memoria, ciudades deseo, ciudades que son signos. Hay ciudades sutiles, ciudades dobles, ciudades visuales, ciudades que son sólo forma, tan hermosas a la vista que uno puede pararse allí, tal vez toda la vida, a contemplar sus calles, sus luces, sus paseos. Ciudades que son inmensos espacios de intercambio: intercambio de recuerdos, de deseos, de recorridos, de destinos. Ciudades contínuas, que siempre están ahí, ciudades escondidas, que nunca salen a la luz, y nacen y desaparecen sin que nadie llegue nunca a verlas. Ciudades imposibles. Ciudades microscópicas, que sin embargo, van ensanchándose con el tiempo, hasta llegar a cubrir todo el espacio. Ciudades telarañas, que permanecen suspendidas sobre abismos, como Moriana. Ciudades felices que cobran forma y nacen y se desvanecen continuamente, escondidas en las ciudades infelices. Ciudades utópicas, que aunque nunca las encontremos no podemos dejar de buscar.

Calvino dice que cree haber escrito un último poema de amor a las ciudades, ahora, cuando es más difícil vivirlas como ciudades. "Las ciudades invisibles son un sueño que nace del corazón de las ciudades invivibles", dice.

Ocurre con las ciudades como en las relaciones, como en los sueños: todo lo imaginable puede ser soñado, pero hasta el sueño más inesperado es un acertijo que esconde un deseo, o bien su contrario, un temor. Las ciudades, los hombres, las mujeres, como los sueños, están construidas de deseos y de temores, aunque el hilo de su discurrir sea secreto, sus normas absurdas, sus perspectivas engañosas, y cada cosa esconda otra.

También las ciudades creen que son obra de la mente o del azar, pero ni la una ni el otro bastan para mantener en pie sus muros: "de una ciudad no disfrutas las siete o las setenta maravillas, sino de la respuesta que da a una pregunta tuya". Isadora, por ejemplo, es la ciudad soñada; un lugar al que se llega siempre demasiado tarde. Un lugar donde los deseos ya son sólo recuerdos.

El Gran Kan está cansado. Mientras habla con Marco Polo una sensación como de vacío le llega junto con el olor de los elefantes después de la lluvia; piensa que en la vida de los emperadores hay un momento que sucede al orgullo por todos esos territorios que ha conquistado y que pronto renunciará a conocerlos y a comprenderlos. Descubre entonces, que ese imperio que nos había parecido la suma de todas las maravillas es una destrucción sin fin ni forma. Que el triunfo sobre esos territorios le ha hecho heredero de su larga ruina. Dice: "a veces me parece que tu voz me llega de lejos, mientras soy prisionero de un presente vistoso e invisible en el que todas las formas de la convivencia humana han llegado al extremo de su ciclo y es imposible imaginar las nuevas formas que adoptarán. Y escucho por tu voz las razones invisibles por las que vivían las ciudades y por las cuales tal vez, después de muertas revivirán".

Recuerda, mientras mira las cenizas de Sándalo que se enfrían en los braseros, el relato que le hizo Marco Polo de la ciudad de Anastasia: "...a quien se encuentra una mañana en medio de Anastasia los deseos se le despiertan todos juntos y le rodean. La ciudad se te aparece como un todo en el que ningún deseo se pierde y del que tú formas parte, y como ella goza de todo lo que tú no gozas, no te queda sino habitar ese deseo y contentarte. Tal es el poder, que a veces dicen maligno, a veces benigno, tiene Anastasia, ciudad engañosa: si durante ocho horas al día trabajas tallando ágatas ónices crisopacios, tu afán que da forma al deseo toma del deseo su forma, y crees que gozas de toda Anastasia cuando sólo eres su esclavo.

Kublai Kan no cree todo lo que le dice Marco Polo cuando le describe las ciudades, pero sigue escuchando con atención. Sólo en los informes de Marco Polo, Kublai Kan consigue discernir, algunas veces, a través de las murallas y las torres destinadas a desmoronarse, la filigrana de un diseño tan sutil que escapa a las mordeduras de las termitas.

4/11/2006

El Orco -uno

Una noche de tormenta El Orco y Luis Felipe discutían encaramados en la copa de un árbol. Luis Felipe decía: “Lo que hay que hacer es desaprender” y El Orco le contestaba: “lo que hay que hacer es buscar una respuesta”. En ese instante cayó un rayo del cielo y los mató a los dos. Nunca más se les oyó discutir.

4/05/2006

Tu vida es la respuesta (Sandor Marai)

Uno siempre responde con su vida entera a las preguntas más importantes. No importa lo que diga, no importa con qué argumentos trate de defenderse. al final, al final de todo, uno responde a todas las preguntas con los hechos de su vida: a las preguntas que el mundo le ha hecho una y otra vez. Las preguntas son éstas: ¿quién eres? ¿qué has querido de verdad? ¿qué has sabido de verdad? ¿a qué has sido fiel o infiel?... ¿Con qué y con quién te has comportado con valentía o con cobardía?... Estas son las preguntas. Uno responde como puede, diciendo la verdad o mintiendo: eso no importa. Lo que sí importa es que uno al final responde con su vida entera.

4/03/2006

El bucle infinito

Douglas R. Hofstadter en su libro titulado: “Gödel, Escher, Bach” dice: "Todo lenguaje, (…) todo proceso mental, llega, tarde o temprano, a la situación límite de la autorreferencia: la de querer expresarse acerca de sí mismo. Surge entonces la emoción del infinito, como si dos espejos se enfrentasen, obligados a reflejarse mutua e indefinidamente".

Ayer, gracias a este mundillo de los blogs, he vuelto a contactar con un antiguo amigo. Una de esas raras personas que merece la pena conocer. Cuando he leído esto, me he acordado de él. Es el típico personaje atrapado en este bucle infinito. No dejéis de pasar por su blog porque merece la pena. La dirección: www.savonarolia.blogspot.com