6/06/2007

El Orco - Belén -

Conocí a Belén hace bastantes años, cuando mi amigo Igor y yo éramos poetas. Una tarde fuimos a Fuenlabrada; habíamos quedado con un chaval que tenía un programa de radio por la noche y nos había invitado a recitar nuestras poesías. Llegamos temprano a la cita y estábamos bebiendo en la barra del bar del centro de la juventud cuando conocimos a un par de chicas. La verdad es que ya no recuerdo cómo o porqué las conocimos pero lo que sí sé es que charlamos de escribir, les recitamos poesías y todas esas cosas que hacíamos por aquel entonces. De un modo singular se había creado una extraña armonía entre nosotros.
El chaval de la radio apareció por fin y las chicas se vinieron con nosotros. Fuimos dando un paseo hasta la emisora. Recuerdo que había un partido de fútbol importante, de esos que paralizan el país, y que las calles estaban desiertas. Ya en la emisora leímos nuestras poesías. Se fundió la luz o algo parecido y acabamos leyendo a la luz de una pequeña televisión sin sonido. Las chicas también leyeron e hicimos ese programa de radio como si no hubiera nadie escuchando al otro lado de los micrófonos, cosa que probablemente era verdad. Creo recordar que terminamos sentados en el tejado del edificio charlando de muchas cosas pero ya no estoy muy seguro. De lo que sí estoy seguro es de que aquella noche sucedió algo especial. Fue una de esas noches en las que de pronto te das cuenta que has hecho algo que recordarás con el paso del tiempo. Belén estaba llena de energía. Era una de esas personas a las que la naturaleza ha bendecido con un don especial. Rebosaba de vida por cada poro de su piel.
Después de eso la volví a ver un par de veces más. Era una chica de barrio. Sencilla, alegre, brillante y joven. Era de esa clase de personas que iluminan el mundo. Una noche que volvimos a vernos me entregó una hoja de papel y me dijo: “te he escrito una poesía”. Desde entonces ya nunca la he vuelto a ver pero aún conservo su poesía. Decía:

Vienes, como hecho de momentos chiquitos…
Vuelves Ángel el rostro de los odios
para entregárselos a los Dioses…

Sí, quizá dioses endiablados
o demonios endiosados…
¿O quien demonios sabe?

Pero eres un poeta entre Las Voces
un vagabundo entre las razas
un pescador cuyo anzuelo quedose
atrapado en el cielo…

Pero eres un hombre cuyo corazón
no pasa por el aro, ni de
lo común ni de lo raro, tu
libre corazón no pasa por
el aro, te mantienes
Poeta en plenilunio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un bonito momento aquel, desde luego como bien dices es de aquellos momentos que no por breves se pierde su recuerdo.
Bonito poema el de Belen.
Un saludo
Juan Andréu